martes, 5 de febrero de 2013

El discurso del presidente Rajoy, artículo del senador Enrique López Veiga en Faro de Vigo

Confieso que el sábado estaba yo nervioso y preocupado antes de la declaración del Presidente Rajoy; no porque yo dudara de su honestidad, ya que como no me cansaré de repetir pongo las manos y pies en el fuego por él y por los muchos compañeros y amigos que están en el gobierno central y en el autonómico. Mi preocupación era por la duda de si acertaría o no en lo que habría de decir y en cómo lo haría.

Después de haberlo escuchado tengo que decir que no me ha defraudado: he visto a un presidente firme, tajante y preciso en lo que quería decir. Lo ha dicho además midiendo sus palabras como corresponde a un hombre de Estado que ocupa la presidencia del Gobierno de España. Yo he tenido el honor de compartir con él momentos difíciles en el pasado y siempre lo vi así, sereno y seguro. Una persona que dice lo que ha dicho y con la contundencia que ha mostrado es imposible que mienta y que sea culpable de lo que se ha dicho: naturalmente que yo le creo, pero es que además tenemos la obligación de creerle todos, precisamente por una de las cosas que él mismo ha manifestado y que yo ya defendía en un artículo anterior: en una democracia tiene que primar y respetarse la presunción de inocencia, porque como ha afirmado el Presidente, si nos olvidamos de este principio básico acabaremos haciendo irrespirable la sociedad en la que vivimos.

En este caso el Presidente ha afirmado con rotundidad que lo aparecido en la prensa y que ha tratado de poner en duda la honorabilidad del Partido Popular y a muchos de sus dirigentes es falso: es decir corresponde a otros demostrar la veracidad de ese supuesto comportamiento irregular y no al revés. Cuando uno acusa, ha de hacerlo con todas sus consecuencias y ha de demostrar lo que dice: esto desgraciadamente no pasa en España donde difamar resulta prácticamente gratis; otro gallo nos cantaría si en nuestro país existieran las leyes anti-libelo del Reino Unido o de Estados Unidos.

Estoy satisfecho de las medidas de transparencia ofrecidas por el Presidente y por el anuncio de que el Partido Popular se defenderá: eso es lo que muchos esperábamos oír y creo que esto ha de devolvernos la moral y las ganas de continuar trabajando en los asuntos públicos. Si hay alguien que tenga que denunciar algo que lo lleve al juzgado, que en este país la justicia funciona, como ya he dicho en otras ocasiones, y si no hay pruebas de lo que se dice esto sería pura y llanamente difamación y como tal habrá que perseguirlo.

Pero que todo el mundo lo tenga claro, hay que exigir a todo el mundo la misma transparencia y creo que el principal partido de la oposición como en otras muchas ocasiones no se está comportando como un partido responsable. Hay algo que no es democrático ni es bueno sobre todo para una sociedad que necesita calma: poner en entredicho la buena fe de los oponentes si no hay pruebas de lo contrario. Pero lo que está pasando en relación con el comportamiento del principal partido de la oposición me recuerda demasiado a lo que vi durante el Prestige, la guerra de Irak y el 11M, y tengo que decir que es profundamente antidemocrático tratar de ganar en la calle lo que se ha perdido en las urnas.

El sábado pasado el Presidente Rajoy con su rotundidad ha roto ese tabú que muchos imbéciles atribuyen a los gallegos con esa estúpida imagen del gallego en la escalera. Ha hablado con contundencia y firmeza y yo lo he percibido además como un reto a que los demás se atrevan a decir lo mismo y a ofrecer la misma transparencia. Nuestra España, nuestra Galicia, necesitan un clima de sosiego, y espero que la calma comience a instalarse en la totalidad de la clase política y ¿por qué no decirlo?, en la prensa también. Se le han dicho muchas cosas a Rajoy pero voy a recordar que mucha gente hace pocos meses le urgía a pedir ¡ya! el "rescate" ¿quién tenía razón al final? Y yo espero que así sea en muchas otras cosas más.

De momento yo estoy satisfecho y orgulloso del Presidente Rajoy y a mí particularmente me ha dado ánimos redoblados para seguir adelante y ayudar en todo lo que pueda a encarar este difícil momento de nuestro país y animo a otros a que así lo hagan. Somos un pueblo marinero, somos gente de mar y al temporal hay que ponerle la proa y mantener la mano firme en el timón y sobre todo nunca perder la fe en el capitán del barco.

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